Tipos de memoria informática: guía completa de RAM, ROM, caché y almacenamiento

Última actualización: octubre 9, 2025
Autor: Pixelado
  • La jerarquía equilibra velocidad (caché/RAM) y persistencia (SSD/HDD).
  • DDR5 y SSD aceleran flujos; la swap solo es un parche lento.
  • ROM/EEPROM guardan firmware; VRAM/GDDR impulsa los gráficos.
  • Capacidad y doble canal en RAM importan tanto como la frecuencia.

Tipos de memoria informática

La memoria de un ordenador es ese “espacio” donde se guarda lo que el sistema necesita en cada momento para funcionar con fluidez; sin ella, la CPU tendría que leerlo todo del disco y sería un suplicio. En esta guía vas a entender qué tipos de memoria existen, cómo se ordenan en la jerarquía del PC y en qué se diferencian, con ejemplos claros del día a día.

Además de la célebre RAM, en un equipo conviven memorias muy rápidas y pequeñas (como la caché), memorias persistentes que retienen datos sin corriente (ROM, SSD, USB u ópticos) y mecanismos del sistema como la swap. Cada una está pensada para una función concreta y, si sabes qué hace cada tipo, podrás decidir mejor qué actualizar y por qué el rendimiento cambia tanto según la tarea.

Jerarquía de memoria y conceptos básicos

Cuando hablamos de “jerarquía”, nos referimos al orden lógico desde lo más veloz y escaso hasta lo más lento y abundante: registros y caché dentro del procesador, RAM como memoria principal y, por debajo, el almacenamiento no volátil (SSD, HDD, ópticos, USB). A mayor velocidad, menor capacidad y mayor coste por gigabyte; a menor velocidad, más capacidad y mejor precio.

Esta jerarquía existe para que la CPU no se quede esperando datos. La caché “amortigua” accesos repetidos, la RAM sostiene programas y datos activos, y el almacenamiento guarda todo de forma permanente. El sistema operativo, además, usa memoria virtual y áreas de intercambio para estirar la RAM cuando hace falta.

Algo clave: hay memorias volátiles (pierden la información al apagar) y no volátiles (la conservan). RAM y caché son volátiles; ROM y la memoria flash (p. ej., SSD) son no volátiles.

En el día a día esto se traduce en que tu navegador, editor de vídeo o juego viven en RAM mientras trabajas, pero tus documentos, fotos o proyectos descansan en el SSD/HDD cuando cierras sesión.

El coste también influye en el diseño: la RAM es más cara por GB que el almacenamiento, y la caché lo es aún más. Por eso los equipos equilibran cantidades y tipos de memoria para lograr el mejor rendimiento posible sin disparar el precio.

Clasificación de memorias de un ordenador

RAM: la memoria principal del sistema

La RAM (Random Access Memory) guarda los datos y las instrucciones que se están usando ahora mismo. Es volátil: al cortar la corriente, se pierde su contenido. Cuanta más RAM, más aplicaciones y pestañas simultáneas sin tirones; cuanta mejor RAM (frecuencia/latencias), mejor respuesta en tareas intensivas.

En la práctica, la RAM almacena desde pestañas del navegador hasta buffers de vídeo y texturas. Si falta, el sistema recurre a memoria virtual en disco, que es mucho más lenta y provoca parones y tiempos de espera.

DRAM y SDRAM

La inmensa mayoría de la RAM del PC es DRAM (Dynamic RAM). Cada bit vive en un condensador que hay que “refrescar” constantemente. La variante síncrona SDRAM coordina sus operaciones con el reloj del sistema para ofrecer accesos más eficientes. Esta base técnica es la que dio pie a las familias modernas DDR.

DDR: evolución por generaciones (DDR2, DDR3, DDR4, DDR5)

DDR (Double Data Rate) transfiere datos en los dos flancos de reloj, duplicando el ancho de banda con la misma frecuencia base. Con cada generación mejoran velocidades y eficiencia:

  • DDR2: de ~400 a 800 MT/s. Supuso un salto en rendimiento y menor consumo respecto a DDR “clásica”.
  • DDR3: aproximadamente 800–2133 MT/s, más ancho de banda y eficiencia; fue estándar durante años en sobremesas y portátiles.
  • DDR4: desde ~1600 hasta 3200 MT/s (y más), con voltajes más bajos y mejor estabilidad. Muy extendida en equipos modernos por su buena relación rendimiento/consumo.
  • DDR5: arranca desde ~4800 MT/s con mayor paralelismo interno y gestión de energía en el módulo. Está pensada para cargas de trabajo avanzadas y plataformas recientes.
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Conviene recordar que hay variantes específicas como GDDR (usada en tarjetas gráficas) optimizadas para ancho de banda masivo, y que la compatibilidad física y eléctrica entre generaciones no existe: la placa base dicta qué DDR puedes montar.

SRAM, NVRAM y roles especiales

La SRAM (Static RAM) no necesita refresco: usa transistores para mantener el bit mientras haya energía. Es rapidísima y cara, por eso se emplea en cachés de CPU y buffers críticos, no como RAM del sistema. Dentro de esta familia existen SRAM síncronas y asíncronas según dependan o no del reloj.

La NVRAM combina la idea de RAM rápida con persistencia: almacena de forma no volátil lo necesario para recuperar estado. Suele integrarse con memoria flash u otros mecanismos para guardar su contenido al apagado.

Memoria caché: el acelerón entre CPU y RAM

La caché vive dentro o muy cerca del procesador y actúa de “almacén” de datos e instrucciones usados con frecuencia. Está organizada por niveles (L1, L2, L3): L1 es mínima y fulgurante, L2 más amplia, L3 mayor y algo más lenta. Su tamaño es pequeño comparado con la RAM, pero su impacto en latencia es enorme.

Gracias a la caché, la CPU evita viajes constantes a la RAM, que es más lenta. De ahí que mejoras en el subsistema de caché suelan traducirse en mayor rendimiento por ciclo, especialmente en cargas con acceso repetitivo a los mismos bloques de datos.

Memoria ROM y variantes programables

La ROM (Read Only Memory) guarda información crítica que debe permanecer incluso sin alimentación. En un PC, aquí residen instrucciones de arranque (BIOS/UEFI) y firmware de dispositivos. A diferencia de la RAM, su contenido es persistente y no está pensado para cambiar a menudo.

  • ROM “pura”: grabada de fábrica; no se borra ni se reescribe.
  • PROM (Programmable ROM): programable una vez mediante alto voltaje, creando o rompiendo enlaces internos permanentes.
  • EPROM (Erasable PROM): se borra con luz ultravioleta a través de una ventanilla del chip y se reprograma; hoy está en desuso, pero fue clave en equipos clásicos.
  • EEPROM (Electrically Erasable PROM): se borra y reescribe eléctricamente cientos de miles de veces; la versión moderna “flash” se usa desde BIOS actualizables hasta SSD.

Más allá del silicio, hay medios no volátiles que también actúan como “ROM” programable: ópticos (CD/DVD/BD, con variantes regrabables) y magnéticos (HDD), todos capaces de retener datos sin energía.

Almacenamiento: HDD, SSD, USB y discos ópticos

El disco (HDD/SSD) es el gran “trastero” donde se guardan programas y archivos. Los HDD usan platos magnéticos y un brazo lector; son económicos por GB, pero más lentos y sensibles a golpes. Las unidades SSD emplean chips NAND flash: sin partes móviles, más rápidas, compactas y eficientes.

Los SSD modernos han reemplazado al HDD en portátiles por su agilidad. A igualdad de precio, el HDD brinda más capacidad, pero a cambio perderás tiempos de carga y responsividad general.

Los discos ópticos (CD/DVD/BD) grabados con láser almacenan patrones físicos; las versiones RW permiten borrar y regrabar hasta cierto límite. Aunque hoy son menos comunes, siguen siendo útiles para archivado y distribución.

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Las memorias USB (pendrives) y SSD externos usan tecnología flash. Son ideales para transportar datos y realizar copias. Un SSD externo es más caro que un HDD externo pero ofrece transferencias mucho más rápidas, muy útil si lo conectas con frecuencia.

En escenarios de copia de seguridad poco frecuente, un HDD externo sigue siendo una opción rentable; para proyectos activos, un SSD externo ahorra tiempo y reduce cuellos de botella.

Memoria virtual y swap

Cuando la RAM se queda corta, el sistema crea memoria virtual en el almacenamiento. En Windows ese archivo de paginación cumple una función parecida a la swap de Linux, que puede ser partición o archivo. No es RAM “de verdad”, pero evita errores por falta de memoria.

La contrapartida es el rendimiento: leer/escribir en disco es muchísimo más lento que acceder a RAM, así que abusar de la paginación provoca tartamudeos. Por eso, si abres muchas aplicaciones o trabajas con proyectos pesados, ampliar la RAM es la solución real.

VRAM y memoria para gráficos

La VRAM es la memoria dedicada de la GPU para texturas, framebuffers y datos de sombreado. En tarjetas dedicadas suele ser GDDR de alto ancho de banda, y su cantidad influye en resolución, calidad de texturas y fluidez del renderizado.

En iGPU (gráficos integrados) se comparte RAM del sistema, lo que limita el rendimiento si no hay suficiente ancho de banda o capacidad. Para juegos, edición de vídeo o 3D, la combinación de VRAM suficiente y RAM rápida marca la diferencia.

Memoria primaria, almacenamiento primario y almacenamiento secundario

Conviene distinguir términos. “Memoria primaria” suele englobar RAM (volátil) y ROM (no volátil) accesibles directamente por la CPU. “Almacenamiento primario”, en el contexto de centros de datos, puede referirse a cabinas o matrices que sirven cargas sensibles a IOPS, actuando de puente de alto rendimiento. El “almacenamiento secundario” es todo lo no volátil tradicional: HDD, SSD, ópticos o nube, no accesibles de forma directa por la CPU sin pasar por la memoria.

En tu PC doméstico el mensaje práctico es sencillo: RAM y caché dan velocidad inmediata, el SSD/HDD da persistencia. Si cierras un archivo sin guardar, los cambios se pierden porque solo estaban en RAM volátil.

En soluciones empresariales aparecen tecnologías intermedias como la Storage Class Memory (SCM), que reduce la brecha entre RAM y almacenamiento gracias a latencias muy bajas y persistencia. Algunas plataformas integran módulos tipo “DirectMemory” para acelerar lecturas en bases de datos y analítica.

RAM vs ROM: diferencias clave

La RAM se escribe y lee constantemente mientras usas el equipo, es rápida y se borra al apagar. La ROM guarda firmware y rutinas de arranque, persiste sin corriente y solo se reescribe en contadas ocasiones (actualizaciones). Ambas son imprescindibles: sin ROM el equipo ni arranca; sin RAM, no podría ejecutar nada con soltura.

También verás términos como Mask ROM (programada en fabricación), PROM (una sola programación), EPROM (borrado UV) y EEPROM (borrado/escritura eléctrica). Cada una obedece a necesidades distintas de coste, seguridad y mantenimiento.

¿Cuánta RAM necesito realmente?

Como referencia general: 4 GB sirven para uso muy básico; con 8 GB puedes tener videollamadas y suite ofimática con varias pestañas sin problemas; 16 GB es un punto dulce para edición ligera, juegos de gama media y multitarea exigente; 32 GB (o más) se recomiendan para edición de vídeo pesada, CAD o flujos profesionales.

Si notas que al cambiar de app hay esperas, que el sistema “rasca” en disco o que tus proyectos “se arrastran”, es probable que estés rozando el límite de RAM. Antes de cambiar de ordenador, ampliar memoria suele ser la forma más barata de ganar fluidez.

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Portátiles vs sobremesa

En sobremesas, ampliar RAM es sencillo: abres, insertas módulos compatibles y listo. En portátiles hay modelos con módulos SO-DIMM accesibles y otros con RAM soldada. Comprueba cuántas ranuras DIMM tienes y el máximo soportado por tu placa base antes de comprar.

Además de capacidad, respeta el tipo (DDR3/DDR4/DDR5) y las frecuencias/latencias que admite tu plataforma para evitar incompatibilidades o que la RAM baje de velocidad automáticamente.

Memorias externas y copias de seguridad

Para llevar datos, un pendrive USB es insuperable en comodidad. Si mueves proyectos grandes, un SSD externo por USB 3.x/USB4/Thunderbolt multiplica la velocidad y reduce esperas. Para copias puntuales y mucho volumen al menor coste, un HDD externo sigue teniendo sentido.

Si solo vas a consultar esos datos de uvas a peras, el HDD vale; si lo vas a conectar a diario para trabajar, apuesta por SSD: la diferencia de tiempo se nota cada hora.

Memoria y procesadores multinúcleo: cómo se relacionan

Los procesadores han pasado de un solo núcleo a configuraciones de 2, 4 y muchos más. En chips con múltiples núcleos, cada “core” necesita alimentarse de datos; por eso importan tanto el ancho de banda de la RAM y el diseño de la caché compartida. Más núcleos sin memoria a la altura pueden quedar infrautilizados.

De forma orientativa, CPUs de 2–4 núcleos funcionan bien con 8–16 GB en ofimática y multimedia; con 6–8 núcleos orientados a creación o juegos, 16–32 GB ofrecen margen; por encima, en flujos profesionales, la memoria y su velocidad pasan a ser críticas para no frenar a la CPU.

Ópticos, magnéticos y flash: cómo encajan

Recapitulando medios no volátiles: los magnéticos (HDD) magnetizan la superficie para representar 0/1 y permiten reescrituras ilimitadas prácticas; los ópticos (CD/DVD/BD) se graban con láser y existen en versiones WORM (solo escritura) y RW (regrabables); la memoria flash (pendrives, SSD) usa celdas NAND que se desgastan con los ciclos, pero gestionadas por controladoras y wear leveling ofrecen vida útil más que suficiente para uso general.

Elegir uno u otro depende de velocidad, portabilidad, coste y necesidad de persistencia a largo plazo. Para el sistema y proyectos activos, SSD. Para archivo masivo barato, HDD. Para distribución o backups offline, ópticos siguen siendo válidos aunque menos comunes.

Buenas prácticas para un PC ágil

Mantén un equilibrio: suficiente RAM para tus aplicaciones, un SSD rápido para sistema y proyectos, y, si puedes, un HDD secundario o NAS para copias. Revisa que la paginación no esté creciendo por falta de memoria y vigila el uso con el monitor del sistema.

En estaciones de trabajo o servidores, tecnologías como SCM y cachés de lectura específicas pueden acelerar bases de datos y analítica, reduciendo latencias sin disparar el presupuesto.

Por último, no te obsesiones solo con la cantidad: en muchas plataformas, una configuración de doble canal (dual channel) con dos módulos idénticos rinde mejor que un único módulo grande, porque duplica el ancho de banda efectivo disponible para la CPU.

Todo lo anterior encaja como un rompecabezas: caché ultrarrápida para evitar esperas de la CPU, RAM suficiente para sostener tus programas, memoria virtual como red de seguridad y almacenamiento persistente acorde a tu uso. Entender cómo se reparten papeles te ayudará a decidir qué ampliar y por qué tu PC responde como responde.

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