Cómo calibrar un monitor en Windows 10 paso a paso

Última actualización: diciembre 29, 2025
Autor: Pixelado
  • La calibración en Windows 10 ajusta gamma, brillo, contraste y balance RGB para lograr colores más fieles y cómodos a la vista.
  • La herramienta nativa "Calibrar color de la pantalla" y ClearType permiten mejorar tanto la reproducción de color como la nitidez del texto.
  • El uso de perfiles ICC del fabricante o creados con colorímetros ofrece mayor precisión y puede aplicarse a todos los usuarios del sistema.
  • Tecnologías como HDR, la temperatura de color adecuada y la frecuencia de refresco correcta completan una imagen optimizada para trabajo y gaming.

calibrar monitor en windows 10

Si pasas muchas horas delante del ordenador, tener la pantalla bien ajustada no es ningún capricho: una buena calibración del monitor en Windows 10 mejora los colores, el texto y la comodidad visual. Puede parecer algo complejo o reservado a profesionales, pero la realidad es que con las herramientas que trae el propio sistema y unos cuantos minutos puedes dejar la pantalla como nueva.

A lo largo de esta guía vas a ver, paso a paso, cómo calibrar tu monitor en Windows 10 usando solo las opciones integradas, cómo afinar la nitidez del texto con ClearType, cómo instalar perfiles ICC del fabricante o de terceros, e incluso qué hacer si compartes el PC con más personas o trabajas con varios monitores. También veremos cuándo compensa invertir en un colorímetro y qué parámetros técnicos (gamma, temperatura de color, brillo, contraste, HDR, etc.) merece la pena conocer aunque no seas experto.

Qué significa calibrar un monitor y para qué sirve

Cuando hablamos de calibrar un monitor nos referimos a ajustar de forma precisa la reproducción de color, el brillo, el contraste y la gamma para que lo que ves en pantalla se acerque lo máximo posible a la realidad. El objetivo es que los blancos sean blancos de verdad, los negros tengan detalles y los colores no tiren ni demasiado al rojo, ni al verde ni al azul.

En un uso doméstico, una buena calibración permite disfrutar de películas con tonos más naturales, juegos con colores más vivos y un escritorio menos cansado para la vista. En un entorno profesional (edición de foto, vídeo, diseño gráfico, impresión) es aún más crítica: lo que ves en pantalla debe coincidir con lo que se imprimirá o con lo que verá el usuario final.

Ten en cuenta que, incluso si tu monitor es nuevo o de gama alta, la calibración de fábrica rara vez es perfecta. Los fabricantes suelen buscar un impacto visual fuerte (colores muy saturados, mucho brillo) para llamar la atención, pero eso no significa precisión de color. Por eso es tan recomendable dedicar unos minutos a dejarlo fino nada más sacarlo de la caja.

Además, si trabajas con más de un monitor en el mismo equipo, cada pantalla se calibra de forma independiente. Esto es importante: necesitarás repetir el proceso en cada uno de ellos para que no haya diferencias exageradas de tono o brillo al mover ventanas de uno a otro.

Parámetros clave al calibrar: color, gamma, brillo y contraste

Antes de abrir ninguna herramienta conviene tener claro qué es lo que vas a tocar. Los principales ajustes que entran en juego al calibrar el monitor en Windows 10 son la temperatura de color, la gamma, el brillo y el contraste, además del balance de los tres colores primarios (rojo, verde y azul).

La temperatura de color se mide en Kelvin (K) y afecta al tono general de la imagen. Un valor bajo, por ejemplo 5500K genera una imagen más cálida y amarillenta, mientras que valores altos como 7500K o superiores dan como resultado un aspecto frío y azulado. El estándar más usado para fotografía y vídeo en pantallas es 6500K, que ofrece un blanco bastante neutro.

La gamma controla la relación entre las zonas oscuras y las claras. Un gamma mal ajustado puede hacer que las sombras se empasten o que todo parezca lavado. Windows 10 te permite modificar este parámetro durante el asistente de calibración usando un deslizador que influye en cómo se muestran los tonos medios.

El brillo y el contraste están relacionados con la luminancia del blanco y del negro. El brillo regula cuánta luz emite la pantalla en general, mientras que el contraste determina la diferencia entre las partes más claras y más oscuras de la imagen. Lo ideal es tener suficiente brillo para ver bien sin forzar los ojos, pero sin que los blancos deslumbren ni se pierdan detalles en las zonas claras.

Por último, conviene recordar que no es lo mismo calibrar un panel OLED que uno LCD. En OLED los píxeles se apagan para mostrar negros casi puros, mientras que en LCD siempre hay una retroiluminación de fondo. Esto hace que los negros, el contraste y la gestión del HDR se comporten de manera distinta y que los valores “ideales” cambien de un tipo de panel a otro.

Preparativos antes de calibrar la pantalla en Windows 10

Para que la calibración sea mínimamente fiable es recomendable seguir una serie de preparativos sencillos, que muchas veces se pasan por alto. Dedicar cinco minutos a preparar el monitor marca mucha diferencia en el resultado.

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Lo primero es encender el monitor y dejarlo funcionando al menos 20-30 minutos. Los paneles necesitan un rato para alcanzar su temperatura de trabajo estable; si calibras en frío, los valores pueden variar ligeramente cuando lleve un tiempo encendido.

A continuación, entra en el menú del propio monitor (OSD) y restablece la configuración de imagen a los valores de fábrica. De este modo te aseguras de que no haya ajustes extraños heredados (modos “vívido”, “gaming extremo”, filtros de color, etc.) que interfieran con lo que vas a hacer en Windows.

En el sistema operativo, conviene desactivar cualquier opción que altere los colores, como el modo de luz nocturna, filtros de azul, modos de alto contraste o perfiles raros añadidos por software de terceros. La idea es partir de un punto lo más “limpio” posible.

Por último, si usas dos o más monitores, asegúrate de que la ventana del asistente de calibración se encuentre en el monitor que vas a ajustar. Puedes arrastrar la ventana antes de empezar el proceso para evitar confusiones mientras sigues las instrucciones en pantalla.

Cómo abrir la herramienta de calibración de color en Windows 10

Windows 10 incorpora una utilidad nativa muy completa para calibrar color sin instalar nada extra. Esta herramienta se llama “Calibrar color de la pantalla” y forma parte de la Administración del color. Puedes llegar a ella de varias formas, pero hay una especialmente rápida.

La vía más sencilla es usar la barra de búsqueda de Windows. Escribe “calibrar color de la pantalla” o simplemente “calibración” en el cuadro de búsqueda junto al botón de Inicio y haz clic en el resultado que aparece con ese nombre. El asistente se abrirá directamente.

Si prefieres hacerlo de forma manual desde la configuración, puedes seguir la ruta clásica: Inicio > Configuración > Sistema > Pantalla. En esa pantalla, baja hasta encontrar “Configuración de pantalla avanzada” y entra ahí para ver los detalles del adaptador.

En la ventana nueva, pulsa en “Mostrar propiedades del adaptador de pantalla”. Se abrirá un cuadro de diálogo con varias pestañas. Ve a la pestaña “Administración del color” y luego haz clic en el botón “Administración del color…”. Este botón te llevará a la herramienta central de gestión de perfiles ICC de Windows.

Dentro de esa ventana, selecciona la pestaña “Opciones avanzadas” y haz clic en el botón “Calibrar pantalla”. Se iniciará el asistente de calibración de color de la pantalla a pantalla completa, preparado para guiarte por todos los pasos necesarios.

Guía paso a paso para calibrar el monitor con la herramienta de Windows 10

Una vez abierto el asistente de calibración, Windows te irá mostrando pantallas con ejemplos y explicaciones. La ventaja es que no necesitas memorizar valores ni ser un experto; basta con seguir las imágenes de referencia y ajustar hasta que veas algo similar.

Al comenzar, el asistente te recordará que es conveniente tener el monitor con los ajustes de fábrica y el menú OSD a mano, por si necesitas tocar brillo o contraste directamente desde la pantalla. Tras leer la explicación inicial, pulsa “Siguiente” para entrar en materia.

El primer punto a ajustar es la gamma. Verás tres imágenes que muestran cómo se ve un gamma demasiado bajo, demasiado alto y un nivel correcto. En la siguiente pantalla aparecerá un control deslizante que puedes mover arriba o abajo hasta que los puntos del centro de los círculos dejen de verse claramente, imitando el ejemplo “correcto”.

Si en algún momento la cosa se tuerce, no pasa nada: puedes usar el botón “Restablecer” para volver al valor inicial y probar de nuevo. Tómate tu tiempo, porque este ajuste condiciona cómo se verán todas las sombras y medios tonos de la imagen.

A continuación llega el turno del brillo. El asistente mostrará la foto de una persona con una camisa y una chaqueta, y una X de fondo. Tu misión es ajustar el brillo hasta que puedas distinguir la camisa, la chaqueta y la X sin que nada quede “quemado” ni demasiado oscuro. Para este paso tendrás que usar los botones de brillo de tu monitor, ya que Windows aquí solo te da la referencia visual.

Después pasamos al contraste. Nuevamente aparecerá la misma imagen y se te indicará que subas el contraste hasta el máximo punto posible en el que aún puedas distinguir botones y arrugas de la camisa. Si al subirlo desaparecen los detalles, toca bajarlo ligeramente hasta encontrar el punto justo.

Cuando brillo y contraste estén a tu gusto, el siguiente paso es corregir la dominancia de color. El asistente te enseñará ejemplos de una escala de grises virada al rojo, al verde o al azul, junto con una versión neutra. Con tres deslizadores podrás ajustar la cantidad de rojo, verde y azul hasta lograr que las barras grises no se tiñan de ningún color en particular.

Al llegar al final del asistente, Windows te dará la opción de comparar la calibración nueva con la anterior mediante los botones “Calibración anterior” y “Calibración actual”. Es buena idea usarlo un par de veces para ver si el cambio te convence o si has ido demasiado lejos en algún punto.

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Si estás satisfecho, pulsa “Finalizar” para guardar el nuevo perfil de color asociado a tu monitor. En caso contrario, puedes cancelar y volver a empezar el proceso desde cero hasta que el resultado encaje con lo que buscas. No hay límite de intentos, así que sin miedo.

Mejorar la legibilidad del texto con ClearType en Windows 10

Una vez ajustados los colores, tiene mucho sentido afinar también la lectura de texto. Windows incluye un pequeño asistente llamado Optimizador de texto ClearType que se encarga de suavizar bordes de letras y mejorar la nitidez en pantallas LCD.

Justo al terminar la calibración de color, el sistema te ofrece una casilla para iniciar la herramienta ClearType de forma automática. Si la dejas marcada y pulsas en “Finalizar”, se abrirá el asistente de optimización de texto sin que tengas que buscarlo manualmente.

El proceso es sencillo: primero comprobará que el monitor está usando su resolución nativa, algo fundamental para que el texto se vea lo más definido posible. Si no lo está, merece la pena corregirlo en ese momento desde la configuración de pantalla.

Tras ese chequeo, ClearType te mostrará varias pantallas con pequeñas muestras de texto. En cada una de ellas verás entre tres y cinco variantes de la misma frase, ligeramente distintas en nitidez y grosor, y tendrás que marcar cuál ves mejor en tu caso.

Después de seleccionar las cinco muestras que propone el asistente, Windows aplicará esa configuración a todo el sistema y ajustará automáticamente el renderizado de fuentes para que las letras se vean más suaves y legibles. Para terminar, solo debes hacer clic en “Finalizar” y listo.

Instalar y usar perfiles de color ICC en Windows 10

Además de la calibración manual, es posible que quieras usar perfiles de color ya preparados. Prácticamente todos los fabricantes de monitores ofrecen en su web perfiles ICC específicos para cada modelo, pensados para obtener una reproducción lo más ajustada posible a sus especificaciones.

También existen perfiles creados por terceros, como webs especializadas o usuarios avanzados que comparten sus ajustes. Estos perfiles pueden ser muy útiles si la calibración de fábrica no te convence o si quieres un punto de partida más profesional sin tener que invertir en un colorímetro.

Para añadir un perfil descargado, vuelve a abrir “Administración del color” desde el buscador de Windows escribiendo “color”. En la pestaña “Dispositivos” selecciona en la lista el monitor al que quieres aplicar el perfil ICC, algo importante si tienes dos o más pantallas conectadas.

Asegúrate de marcar la casilla “Usar mi configuración para este dispositivo”. Esto le indica a Windows que no utilice la configuración global genérica, sino los perfiles que tú especifiques de forma manual para ese monitor en concreto.

Después, pulsa en el botón “Agregar…”. Verás una lista con los perfiles ICC ya instalados en el sistema. Si quieres usar uno que ya está en el equipo, basta con seleccionarlo y aceptar. Si, en cambio, has descargado un nuevo perfil de Internet, haz clic en “Examinar…” y navega hasta la carpeta donde lo hayas guardado para añadirlo.

Una vez incorporado a la lista, solo queda seleccionarlo y pulsar en “Establecer como perfil predeterminado”. Desde ese momento, Windows usará ese perfil para gestionar el color en ese monitor, y muchas aplicaciones que respetan la administración de color (como editores de foto y vídeo) lo tendrán en cuenta al mostrar las imágenes.

Aplicar la calibración y los perfiles a todos los usuarios del PC

Algo que no todo el mundo sabe es que los perfiles de color y calibraciones se guardan por usuario. Es decir, si compartes el ordenador con más personas, cada cuenta puede terminar viendo colores y contraste distintos si no se unifican los ajustes.

Si quieres que la calibración que has creado sea válida para todos los usuarios del equipo, vuelve a la ventana de “Administración del color” y entra en la pestaña “Opciones avanzadas”. En la parte inferior verás el botón “Cambiar los valores predeterminados del sistema…”, que abre una ventana similar pero con alcance global.

Dentro de esa nueva ventana puedes, al igual que antes, agregar y establecer perfiles ICC como predeterminados, además de acceder al botón de calibración de pantalla. La diferencia es que aquí todo lo que configures se aplicará a nivel de sistema, no solo a tu usuario.

No olvides marcar la casilla “Usar calibración de pantalla de Windows” para que el sistema respete lo que has configurado. De este modo, cualquier persona que inicie sesión verá los mismos colores en ese monitor, algo muy útil en oficinas compartidas o en estudios donde la fidelidad cromática es crítica.

Si en un entorno profesional se dispone de un colorímetro o espectrofotómetro, lo ideal es crear un perfil específico con ese hardware y después activarlo como predeterminado del sistema. Así se garantiza que todos los usuarios trabajen con la misma base de color, minimizando sorpresas al intercambiar archivos.

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Calibración mediante los menús del monitor y dispositivos de hardware

La herramienta de Windows 10 cubre muy bien las necesidades de la mayoría de usuarios, pero no es la única opción. Muchos monitores actuales incluyen en su menú OSD modos de imagen avanzados, ajustes finos de gamma, temperatura de color e incluso calibración automática.

En particular, algunos modelos orientados a creadores, como los ProArt de ASUS, integran colorímetros motorizados que descienden sobre la pantalla y realizan una calibración automática, sin depender del sistema operativo. Este tipo de soluciones son independientes de Windows y garantizan una coherencia muy alta, aunque suelen encontrarse en gamas profesionales y con precios elevados.

Si conectas el mismo monitor a varios equipos (por ejemplo, un PC de sobremesa y un portátil, o incluso una consola), puede ser más práctico ajustar la imagen desde el menú del propio monitor en lugar de depender de perfiles específicos de cada sistema. Así te aseguras de que, el dispositivo que conectes, se beneficie del mismo ajuste base.

Por encima de todo esto están los calibradores de pantalla externos, también llamados colorímetros. Dispositivos como Datacolor Spyder X2 Ultra o Calibrite Display Pro HL se colocan pegados al panel y, mediante un software especializado, miden de forma objetiva cómo reproduce la pantalla cada color.

Con esos datos, el programa genera un perfil ICC muy preciso, con el objetivo de lograr un error de color (Delta E) inferior a 2. Por debajo de ese valor, la mayoría de ojos humanos apenas son capaces de distinguir la diferencia de color, lo que asegura una fidelidad cromática prácticamente profesional.

Calibración HDR para vídeo en streaming en Windows

Si tu portátil o monitor admite HDR, Windows ofrece una herramienta adicional para ajustar la reproducción de vídeo HDR en streaming. Esta utilidad se centra en equilibrar los detalles de zonas muy brillantes y muy oscuras en escenas de alto rango dinámico.

Para acceder a ella, ve a Inicio > Configuración > Aplicaciones > Reproducción de vídeo y, en el apartado “Stream vídeo HDR”, haz clic en “Configuración de Windows HD Color”. Ahí podrás seleccionar la pantalla adecuada (normalmente la del propio portátil) en “Elegir pantalla”.

Una vez seleccionada, pulsa en “Cambiar la configuración de calibración”. Se abrirá una ventana con un vídeo de muestra donde un control deslizante te permite decidir si prefieres más detalle en las luces (por ejemplo, nieve, reflejos del sol) o en las sombras (ventanas de edificios, zonas oscuras).

Si arrastras el control hacia la derecha, aumentarás el detalle en las zonas brillantes, evitando que se quemen; si lo llevas hacia la izquierda, mejorarás los detalles en las zonas oscuras. Lo ideal es encontrar un punto intermedio en el que ambos extremos conserven la máxima información posible.

Cuando creas que has dado con el punto justo, sal del modo de pantalla completa y prueba a reproducir contenido HDR real en alguna app compatible. Si no te acaba de convencer, siempre puedes volver al ajuste y repetir el proceso, o incluso usar la opción “Restablecer calibración” para regresar a los valores originales.

Otros factores a tener en cuenta al calibrar un monitor

Más allá de la propia calibración, hay varios aspectos que influyen en cómo percibes la imagen. Uno de ellos es, como comentábamos antes, la temperatura de color. Elegir 6500K como base suele ser una apuesta segura para la mayoría de usos, mientras que valores muy extremos pueden cansar la vista o alterar demasiado los tonos de piel.

También entran en juego tecnologías como HDR y certificaciones de imagen avanzadas. Activar HDR en un monitor compatible puede mejorar notablemente el rango dinámico, la profundidad de los negros y el brillo máximo. Eso sí, es recomendable combinarlo con una calibración adecuada para que no quede todo demasiado saturado o irreal.

Si usas el monitor principalmente para jugar, hay otro parámetro clave: la frecuencia de refresco. En ocasiones, por un ajuste incorrecto, Windows puede estar limitando la pantalla a 60 Hz cuando realmente soporta 120 Hz, 144 Hz o más. Conviene entrar en la “Configuración de pantalla avanzada” y revisar que esté seleccionada la frecuencia máxima que admite tu monitor.

Por último, recuerda que la herramienta de Windows realiza una calibración subjetiva: tú decides qué imagen te parece mejor según tu vista y tu entorno. Dos personas pueden acabar con configuraciones ligeramente distintas en el mismo monitor, y no pasa nada. Si necesitas precisión absoluta, ahí sí merece la pena recurrir a un colorímetro de hardware.

Realizando estos ajustes, combinando la calibración de color de Windows 10, la optimización del texto con ClearType, el uso (cuando proceda) de perfiles ICC del fabricante y revisando parámetros como HDR o la frecuencia de refresco, es posible transformar por completo la forma en que se ve tu monitor sin cambiar de pantalla ni instalar programas pesados. Con un poco de paciencia, tu equipo se verá mucho más fiel, cómodo y atractivo para trabajar, jugar o disfrutar de contenido multimedia cada día.

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